La mandarina es el fruto de las diferentes especies de cítricos llamados comúnmente mandarino, entre ellas Citrus reticulata, Citrus unshiu, Citrus reshni, así como sus híbridos, incluyendo Citrus × tangerina, cuya taxonomía está discutida. Pertenece al grupo de frutos llamados hesperidios y su pulpa está formada por un considerable número de gajos llenos de zumo o jugo; el cual contiene mucha vitamina C, flavonoides yaceites esenciales. Es el cítrico más parecido a la naranja, aunque de menor tamaño, sabor más aromático y con mayor facilidad para quitar su piel en la mayoría de las variedades, así como una acidez ligeramente inferior y una mayor proporción de azúcares simples. Estas propiedades hacen que se considere una golosina natural de fácil consumo para jóvenes y ancianos.
Este es otro aceite esencial que se extrae de la corteza de este cítrico.
Componentes activos: limoneno, metilantranilato y cantidades menores de geraniol, citral y citronelal.
Desprende un olor suave y sutil, y se aconseja para añadir al baño de los niños y a los tratamientos rutinarios del cuidado de la piel. El aceite de mandarina es calmante, revitalizante y tonificante. Contribuye, asimismo, a mejorar la circulación y, por tanto, es un buen ingrediente para los aceites y lociones corporales. Con unas gotitas en el baño se consigue que éste sea más revitalizante y también resulta efectivo en casos de insomnio y tensión nerviosa. Al igual que los demás aceites cítricos, no se debe aplicar antes de la exposición al sol o antes de someterse a una sesión de sol artificial. Todos los aceites cítricos tienen una duración limitada y deben utilizarse sólo durante un año después de su adquisición.
Terapéutica: Antiséptica, digestiva, tónica, sedante y antiespasmódica. Recomendada para cólicos, tensión nerviosa, estrés, acné y retención de líquidos.
Combina bien con: otras esencias cítricas, nerolí, aceites de especias.
Precauciones: puede causar pigmentación si se utiliza sobre la piel antes de exponerse a los rayos UV o solares.